En cierta ocasión alguien preguntó a Jesús ¿Cómo puedo amar a mi prójimo
y quién es mi prójimo? A lo que Él contestó:
«Un hombre cayó en manos de salteadores, que, después de despojarle y
golpearle, se fueron dejándole medio muerto.»
«Un samaritano que iba de camino llegó junto a él y al verle tuvo
compasión;»… curó sus heridas «echando en ellas aceite y vino y
montándole sobre su cabalgadura, le llevó a una posada y cuidó de él…
«Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y dijo: «Cuida
de él y, si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva.» (Lucas, 10).
De estas palabras de Jesús podemos deducir que la caridad es amor, amor
es misericordia, misericordia es compasión, compasión es padecer con y
esto último es ponerse junto al que sufre y hacer todo lo posible para
ayudarle, levantarle y caminar junto a él, o sea, hay tres pasos que son:
- La caridad que es amor, nos impulsa a buscar al hermano, a no pasar
de él, a mirarle con cariño. - Eso nos mueve a la misericordia que es estar cerca, compartir con él
alegrías o penas, “unir corazones”. - Y como consecuencia surge la necesidad de convivir, vivir juntos y
caminar juntos.
Porque el amor no se queda en un simple sentimiento, ni la compasión en
una simple pena, es preciso un abrazo, un hombro con hombro para unir
nuestros destinos… y así será fácil cumplir aquello de : “Venid benditos de
mi Padre, porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis
de beber…”
De lo cual podemos ver que Jesús hace contigo lo que tú haces con tu
hermano: Te ve con cariño, tu hambre es su hambre, tu sed es su sed y te
lleva con Él: “Ven bendito a la casa de mi Padre”.
ESO ES Y ESO PRETENDE CÁRITAS
Un abrazo para todos.
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